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El mapa de olores

José Luis Palacios Blanco joseluispalaciosb@hotmail.com www.aguaybosque.org

Esta semana se dieron cantidad de mensajes en redes sociales sobre los “malos olores” en la ciudad. No es esto extraño. Los leoneses a diferentes horas y lugares durante el año percibimos olores y éstos son síntomas de lo que sucede en el aire, el subsuelo, el drenaje. El asunto es si somos inteligentes como gobierno municipal y sociedad para sistematizar lo que la gente percibe, pues ya es posible construir “mapas de olores” participativos, que son útiles para focalizar las causas y prevenir incluso accidentes como las tristemente recordadas explosiones en el drenaje de Celaya.

Paso a explicar, pues ya en Conacyt participé en la construcción de “mapas de olores”. Podemos llamarlos olores, aromas, hedores, fragancia, pero los olores son hoy en día uno de los motivos de fascinación para la especie humana; suelen estar ligados a sensaciones, emociones y experiencias cotidianas. El olor es una sensación, una noción de estímulo y percepción producida en el olfato por la interacción de una sustancia orgánica con los receptores olfativos, la cual depende en gran medida de la volatilidad de la sustancia, ya que es necesario que las moléculas de la sustancia olorosa pasen a una fase gaseosa para que puedan llegar a la nariz y así ser percibidos (los humanos son capaces de discriminar más de un billón de olores diferentes).

Todas las ciudades tienen “olores”. Guanajuato a “ciudad vieja” con sus maderas y callejones; Oaxaca en calles plenas de microclimas con sus parques; San Miguel de Allende con sus rincones de aromas de flor; Guadalajara envuelta en industrias de aceites y cerveza. ¿Y nuestro León? Dicen que “huele a piel y a tenerías”. Las ciudades tienen múltiples ‘fragancias’ y los investigadores las hemos clasificado en categorías y asignado números o colores para ser identificados. Mientras algunas investigaciones se han centrado en catalogar cómo se ven o se escuchan las ciudades, en León lo que requerimos es geolocalizar olores aprovechando jugar con las redes sociales para conseguir la información y así, realizar completos mapas de olor.

No hay que descubrir el “agua tibia” para saber el origen del olor de León: son las empresas que vierten líquidos y gases en forma furtiva y que en épocas de estiaje provocan que se incremente la densidad del drenaje para emitir por diferencia de temperatura, hacia afuera del drenaje, es decir, a nuestros sufridos olfatos para ascender a la atmósfera hasta perderse. Retomando mis archivos sobre la percepción de olores en la ciudad, la gente ubica la parte sur y suroeste como la de mayor incidencia y entre la gama de 50 olores percibidos, sobresalen: “tenería”, “caño”, “perro muerto”, “químicos”, “zapato” y solo apareciendo “árbol”, “parque”, “flores” en menos del 5% de las percepciones. Las horas más frecuentes, son el amanecer (antes de que se dé la inversión térmica) y durante los meses de frío, es decir, hay estacionalidad en el comportamiento de olor.

Por eso los “mapas” se construyen como un sistema dinámico, donde intervienen los vientos dominantes, la temperatura del aire, las horas en que la industria (sobre todo la curtidora) vierte sus aguas o emite sus gases o en que quema basura o produce ladrillos. ¿Hay peligro? Cuando los gases no encuentran salida, como el caso de Celaya, sí. En otros países, investigadores han trabajan en proyectos que trata de discriminar los olores de las ciudades. En Ciatec desarrollamos uno en la Dirección de Investigación para ubicar los emisores de olores en la ciudad de Salamanca. Ya sean hecho “mapas de olores” o “aromáticos”; ya se tienen los de Barcelona y Londres, geo localizando sus diferentes fragancias y hedores. Para recabar la información se debe contar con voluntarios que olfatean las calles e informan detalladamente de lo que captan sus orificios nasales y con las opiniones de los internautas, para lo cual se analizan los textos e imágenes que los usuarios suben a redes sociales

La metodología no es complicada, pues se trata de métodos “heurísticos”, es decir, que construimos basados en prueba y error. Se crean diccionarios con las palabras más utilizadas para describir los olores. Perro muerto, caño, flores, hierba, vómito, basura, humedad, tabaco, gasolina, abono…” Considerando los reportes al teléfono de emergencias, con análisis de redes sociales, y con el uso de la plataforma que construyó el Dr. Luis Alaniz como administrador de Servicios de la ciudad, se puede construir una “capa” en el sistema de información del CIU (Centro de Inteligencia Urbana), para geolocalizar olores y así encontrar una lógica utilizando métodos heurísticos. El caso es que prácticamente sin dinero, pero con mucha voluntad para que participe la ciudadanía, podríamos construir un “mapa de olores”.

LEÓN

es-mx

2021-11-28T08:00:00.0000000Z

2021-11-28T08:00:00.0000000Z

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